HIMNO DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA

jueves, 26 de abril de 2012

PRÓLOGO del libro "El Fuego en la Palabra": "COMO PROMETEO, FIERAMENTE HUMANO", MARISA PEÑA


       Cuenta un mito griego que fue el titán Prometeo quien, arrebatándoselo a los dioses, llevó a los hombres el fuego, enemistándose con los primeros para siempre. A partir de entonces el dominio del fuego, junto al de la palabra, ha sido uno de los dones divinos que han hecho del ser humano una especie única en este planeta que ellos mismos dieron en llamar Tierra.


       En este libro Antonio Capilla, poeta “fieramente humano”, nos entrega, como si de un nuevo don divino se tratara, el verso fraguado a fuego lento, la palabra poética heredada de los grandes maestros (Juan Ramón, Machado, León Felipe, Quevedo…). Y nos la entrega nueva, renovada, propia.


       Una profunda filantropía emana de todos y cada uno de los poemas. Amor al hombre, amor a la palabra. El amor hecho verso, hecho poesía.


       Encontramos también compromiso con el otro, con el que, ajeno, sufre los golpes y las adversidades. Y es nuestro poeta prometeico quien se encarga de despertar nuestras conciencias. En la más pura línea de León Felipe, se rebela con un tono profético contra lo que no puede ni debe ser tolerado. Y se pregunta, nos pregunta, nos sacude del letargo. Así, en poemas como “La voz que nunca calla”, el verso se hace grito, se hace rabia y condena… y toma partido, “partido hasta mancharse”.


       Hay poemas que, como “La risa”, se encuadran en la mejor tradición quevedesca de la burla y la sátira mordaz. De la mano de un estilo conceptista amigo de los juegos de palabras, busca trastocar con el lenguaje la ya de por sí trastocada y patética realidad política en su manifestación más burda y trasnochada.


       También el viejo romancero castellano se hace nuevo para denunciar la difícil situación en la que vive el pueblo palestino. Y Palestina es ahora una niña que se hermana, gracias a la magia de la literatura, con nuestras tres morillas de Jaén “Axa, Fátima y Marién”.


       Son de reseñar los guiños a los grandes maestros del modernismo hispánico: José Martí y Rubén Darío. Para Martí el octosílabo asonante, la frescura, la pincelada colorista de “Yo traigo una rosa roja”. Para Darío la sensualidad, el alejandrino majestuoso y galante, el ambiente sensual y decadente (amigo del goce y los jardines) de “En verso sáfico” o “Bebiendo el infinito del vino del amor”.


       Los  haikus  no van solos, caminan de la mano con el aforismo machadiano y en ellos se desgranan, en breves e intensas pinceladas, atrapando un instante entre dos o tres versos, los grandes temas de la poesía: el tempus fugit, el misterio de la creación, el amor, la tarde, las edades del hombre…


       En “Hay que soñar la vida para vivir el sueño” aparece el concepto de la vida como sueño, como aprendizaje. Un camino que andar, la memoria de los que ya no están pero van con nosotros, el padre, la casa de la infancia, los sabios consejos. La infancia mira al sur, al paisaje perdido, a lo que un día fue. La juventud, arco tendido al cielo del futuro, quiere soñar (“metáfora y presagio de lo que fue mi hallazgo / de lo que fue mi encuentro”) para poder vivir.


       Todo lo dicho y mucho más podemos encontrar en estos versos. Porque leer poesía es siempre un acto de encuentro y reencuentro. Un acto casi iniciático en el que la palabra poética nos revela un mundo que ya conocíamos de una manera completamente nueva. ¡Bendito extrañamiento éste que nos produce la poesía! Y benditos los poetas que, como Antonio Capilla, nos permiten, aunque sea por un instante, enfocar la realidad desde nuevos puntos de vista, aumentar nuestras perspectivas, emocionarnos, conmocionarnos, y volver a ser aquellos humanos desvalidos, que, gracias a Prometeo, encontraron El fuego en la palabra.


                                                                                       Marisas Peña



(Antonio Capilla, EL FUEGO EN LA PALABRA, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2012)

viernes, 13 de abril de 2012

EXCELENTE ALEGATO EN FAVOR DE LA POESÍA, O "CONTRA LA INCULTURA Y EL PLAGIO"


Sin añadir ni quitar una sola coma, suscribo el excelente alegato que Mara Romero Torres publica en Arte Fénix. 
Posted: 01 Apr 2012 12:17 PM PDT

Atenea junto a las Musas, Fran Floris, S. XVI

De un tiempo a esta parte, estamos siendo testigos de que proliferan las buenas intenciones de hacer poesía.
Un respeto a la poesía, tengamos todos. Si estamos aprendiendo, reconozcámoslo y no nos llamemos tan a la ligera poetas y fijémonos en los que lo hacen bien. Hay muchos escritores con sólida cultura poética que saben que no siempre detrás de una cesura hay un verso. A muchos de los que en la actualidad se autodenominan poetas les ha venido como agua de mayo eso del verso libre porque así no se tienen que molestar ni en rima ni en medida -craso error- y por no molestarse, no se molestan ni en el ritmo… ni en nada. Hay quien hila cuatro palabras y grita: “¡Eureka, ya soy poeta!” y se vuelven a escudar en la libertad del poeta para sangrar las palabras hasta con faltas de ortografía. ¿Qué es eso de verso simple y verso compuesto? ¿Y qué es eso del hemistiquio? ¿Qué es la metáfora? ¿Quién demonios inventó que los versos fueran métricos o amétricos y qué significa eso? ¿Qué es una figura? ¿Qué es eso de rima asonante o consonante? ¿Qué es eso del encabalgamiento? ¿Qué es una aliteración, una correlación, una alternancia, un paralelismo, una antítesis? ¿Qué es eso de versos monorrítmicos o polirrítmicos? ¿Qué es eso de los acentos y a qué viene el acento espiratorio, el prosódico o el rítmico? ¿Qué es eso de diéresis, sinéresis, sinalefa? ¿Qué es una cláusula y por qué lleva en determinadas ocasiones los adjetivos yámbica, anapéstica, anfibráquica y qué tiene que ver esto con el ritmo oral? ¿Qué es un acróstico? ¿Y un epigrama? ¿Está el epigrama emparentado con el Haiku? Ah, pero ¿qué es un Haiku? ¿Tiene algo que ver con el aforismo? ¿La estrofa está creada para dar buena presencia al poema o tiene algún sentido el usarla? ¿Qué tiene que ver el pensamiento con todo esto? ¿Tiene un poema hermetismo? Esta palabra, ¿tiene algo que ver con Hermes? Vaya, pero ¿qué cosa o quién es o era Hermes? Las preguntas pueden alargarse hasta allí donde seamos capaces de mostrar nuestra incultura a la hora de estar frente a una construcción poética. Y si eso es malo, los males no terminan -sino que aumentan- cuando desconocemos términos, alusiones, referencias… ¿A qué viene eso de que en algún poema aparezca, por ejemplo, una referencia a alguna situación o ser mitológico? ¿Por qué lo menciona el autor? ¿Qué quiere decir? Ítaca, Ícaro, Leteo, Ares, Gea, Cancerbero, Idus, Parcas, Calíope, Erato, Orfeo… Bendita y preciosa cultura que va camino del olvido. No culpemos únicamente al sistema de lo mal que está la educación si nosotros no tenemos el más mínimo interés en aprender y hemos elegido dejarnos llevar por la corriente.
Es cierto que hay quien lleva el don innato del ritmo como también hay quien domina a la perfección la técnica y es capaz de fabricar un poema técnicamente perfecto. Pero tanto en el primer caso como en el segundo se necesita algo más para que esa construcción sea inmortal; de lo contrario, el del don innato se quedará en trovador vulgar y el de la técnica perfecta fabricará sin más. Nuestros clásicos son lo que son porque supieron combinar don y técnica. Ya sea con rima clásica, verso libre o blanco, con estrofas o sin ellas, trabajemos los poemas y buceemos en el mundo de la Literatura si queremos saber de lo que hablamos o leemos. Nunca un cirujano intervendrá quirúrgicamente a un paciente sin conocer a fondo los entresijos del cuerpo humano; ni un zapatero le sacará lustre a los zapatos con mermelada de fresa; ni un músico compondrá una sinfonía sin conocer y dominar las notas de la escala musical; esto ocurre en ellos al igual que cualquier pintor que se precie domina la perspectiva, la mezcla de colores… y sabe de puntillismo, de expresionismo o de cualquier otro movimiento que haya sido recorrido por el hombre en la historia del Arte. ¿Por qué en la literatura tenemos que mostrar esta decadencia?
Si tenemos el valor de escribir y mostrar lo que escribimos, porque nos gusta lo que hacemos, al menos tengamos la decencia de conocer un poco mejor esto que nos gusta y admitir que queremos hacerlo bien. Y querer hacerlo bien es dar el primer paso hacia el conocimiento de la poesía. A partir de aquí, sólo puede trasgredir las normas quien las conoce.
Que nadie venga con camemas escribiendo sin ton ni son y llamándose poeta porque esos que escriben -con frecuencia- a bombo y platillo vieron que hicieron algo que levantó admiración -u otra cosa- y lo único que hacen es reproducir y reproducir aquello que pareció salirles bien.
El colmo es cuando nos encontramos con alguien que quiere ser poeta y no sabe cómo. Aquí sí que hay que dar otro toque de atención fuerte porque estos no tienen escrúpulos ni conocen el respeto ni la consideración debidas a un autor y plagian cuanto cae ante sus ojos, adjudicándose frases y textos que no les pertenecen. No saben o no quieren saber que una regla fundamental es hacer mención a la fuente, es decir, citar el nombre del autor de quien han tomado una frase, texto, verso, poema, opinión, idea, proyecto, etc. Movidos por el afán de protagonismo y las ansias de ser notables cometen el mayor de los pecados literarios. Y no se conforman con imitar o plagiar, no, encima se permiten el lujo de parafrasear el original de tal manera que lo destrozan y allá van tan orgullosos de su hazaña y allá van los lectores tan ignorantes, aplaudiendo. Claro que entre la basura hay algo que resplandece y llega al lector: ¡la FUENTE! En cualquier caso en que esto ocurra, el que escribe tiene la obligación de mencionar la fuente y el lector tiene el derecho a conocerla. Y para los que no sepan lo que es la fuente, les digo que la fuente es la frase, el texto, el verso, el poema, la opinión, la idea, el proyecto, etc. de aquel que la ha tenido y dado a luz. La fuente es el sitio y el autor de donde se ha copiado y lo honesto, honrado y correcto es ponerla entre comillas y, a continuación, el nombre del autor, del verdadero autor, normalmente, entre paréntesis. Hay algo que se llama Cita. Esto, señoras y señores, hay que respetarlo.
Nos encontramos con personas que, en cuanto escuchan o leen una buena idea o una frase que les gusta, se lanzan a publicar algo, precipitadamente, para hacerla suya. Señores, señoras, a los que hacéis esto me dirijo: podréis robar un vaso de agua pero nunca tendréis la fuente. Vuestro vaso de agua se agotará y la fuente seguirá manando porque en esa fuente bulle la mente de la creación mientras que en la vuestra bulle el afán vano de la soberbia, el orgullo, la prepotencia y una notable evidencia de vuestras limitaciones y, como podréis deducir, estos factores están altamente reñidos con lo inteligentemente bueno. Dejad de plagiar y molestaros en crear que os sorprenderá el enorme poder que, para ello, lleváis en esa mente dormida que os obstináis en no despertar. No os acostumbréis a ir a remolque de lo que escriben, hacen o dicen otros y explotad vuestra originalidad que no es obligatorio ser escritor, que también la lectura otorga un disfrute enriquecedor, tanto o más que la escritura; pero sobre todo sed honestos, honrados y respetuosos con vosotros mismos y con los demás.
No tengamos prisa en ser poetas que es hermosamente lenta la carrera de aprendiz de poeta.
No faltemos a la dignidad que todos nos merecemos y seamos creadores consecuentes entre lo que decimos y hacemos, eliminando, para empezar, la incultura y el plagio.


Mara Romero Torres