Estamos en un momento histórico en que, por encima de intereses partidistas por legítimos que estos sean, hay que anteponer el interés común de la regeneración ético-democrática de nuestro sufrido país. Estoy convencido de que el cambio del perverso "estatu quo" de miseria y regresión, en conquistas sociales irrenunciables, es posible si la mayor parte de la ciudadanía se une en la defensa de una alternativa real a la política de "austeridad" (capitalismo salvaje para los que no tenemos miedo de llamar las cosas por su nombre), impuesta por la troika con la complicidad, en nuestro caso, del desgobierno del Partido Popular.
Y pongo austeridad entre comillas porque como sabemos solo lo es para gran parte de la población, pero no para la oligarquía plutocrática que es la que nos gobierna en la Unión Europea. No me cansaré de repetir que nuestro enemigo común es la corrupta plutocracia gobernante; contra esta hemos de unirnos superando cualquier desconfianza que a priori no tiene justificación alguna a mi entender. Insisto en que por las obras y no por las palabras conocemos, y conoceremos aún mejor tras las elecciones, quiénes estamos del mismo lado en la ardua tarea de la regeneración y quiénes están enfrente para obstaculizarla e impedirla.
Consecuentemente con el razonamiento expuesto, aunque no sea PODEMOS el destinatario de mi voto en las próximas elecciones generales, yo también estaré en la marcha del 31 de enero:
"No me ofendes si no vas. No te ofendas si yo voy. #Marcha31E"
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