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domingo, 22 de enero de 2012

"MUERE EN LA CAMA...", Revista La voz de la Mujer. Número 4, Argentina, 27 de marzo de 1896



Muere en la cama, impunemente, Manuel Fraga, icono del franquismo y
responsable de los asesinatos de Gasteiz


1963. Se hace un silencio y se escucha un grito. Alguien alza la voz:
"Fascista!". Según la crónica de la época de Luis Ramírez en 'España
hoy': "Fraga se abrió la chaqueta, sacó pecho y contestó: ¡A mucha
honra, gracias!". El dramaturgo José Bergamín no lo desdice: "En mi
vida he visto mucha gente con fama de fascista o que quería profesar
el fascismo, pero sólo he conocido dos de verdad: uno fue José Calvo
Sotelo, la otra es Manuel Fraga".


En Europa lo ven prácticamente igual: "Escuche con atención, amigo:
usted es buena persona, tanto que raya en la ingenuidad. Monsieur
Fraga es un fascista, nació fascista y morirá fascista. Y no obtendrá
nada de los gaullistas. Le dice alguien que ha estado luchando contra
el fascismo toda su vida". Son palabras de Jean de Lipkowski,
responsable de Asuntos exteriores de la UDR francesa. Palabras citadas
por Jorge Vestrynge en el libro "Memorias de un maldito" (1999).


De idéntico parecer era la familia de Luis Cernuda, el poeta que
inmortalizó los versos "recuérdalo tú y recuérdalo a los otros".
Cuando en plena dictadura le pidieron al ministro franquista permiso
para que el poeta pudiera asistir al entierro de su madre desde el
exilio mexicano, Manuel Fraga Iribarne les espetó: "¡Que se quede
donde está! ¡Ya tenemos bastantes maricones en España!". Poco antes, a
las mujeres de los mineros en lucha de la cuenca del Nalón de Asturias
en 1962, las tildó de “piojosas”. Habían sido rapadas en el cuartel de
la Guardia Civil, humilladas y paseadas por las calles de Langreo y
reiteradamente golpeadas.
De Palomares a Ruano


En 1966, el ministro estrella de Franco (1962-1969) remojó sus
genitales nucleares en Palomares, después de que un B-52
norteamericano perdiera cinco bombas de hidrógeno sobre la localidad
almeriense. En bañador, 'inasequible al desaliento', anunció a diestro
y siniestro que no había pasado nada. Pero Palomares resulto ser,
después, el accidente nuclear más grave sucedido nunca en el Estado
español: el 29% de la población fué contaminada por plutonio.


Cómo contaminada de mentiras, fue, en 1969, la muerte en comisaría del
joven estudiando Enrique Ruano, que inspiró la canción “Que volen
aquesta gent” de Maria del Mar Bonet. Fraga ató en corto la campaña de
prensa impulsada por ABC -a través del periodista-policía Alfredo
Semprún- para presentarlo como un 'suicidio. El ministro llamó
personalmente el padre del estudiante muerto, lo amenazó y le dijo que
abandonara toda protesta: le recordó que tenía otra hija de la que
preocuparse. Ya se sabe que la diferencia entre mafia y fascismo es,
precisamente, que no hay diferencias. Aquel mismo año, Fraga fue el
encargado de dirigir la campaña del régimen "25 años de paz" y seis
años después, el 24 de enero de 1969, se encargó de anunciar el estado
de excepción que llenó las prisiones de luchadores obreros.


De Granados y Delgado a Puig Antich, currículum de muerte


Fraga también está, según todas las investigaciones, detrás la
decisión de ejecutar a los anarquistas Francisco Granados y Joaquin
Delgado, asesinados por el garrote vil trás un juicio de pantomima en
1963. Un crimen que Fraga justificó por radio y televisión. Con
palabras quizás no tan exactas como las que tuvo que escuchar un
reportero de Reuters el 20 de mayo de 1974 en Londres. El periodista
requería a Fraga, nombrado embajador en el Reino Unido el 1973, con
qué legitimidad se constituiría el nuevo gobierno. Siempre torrencial,
fuera de sí gritó: “¡Con la legitimidad de las metralletas!”. Antes,
en febrero de 1974, Fraga ya había recibido al director de una
revista: “Usted no ha venido a verme; ha venido a interceder por Puig
Antich”. Obviamente Fraga no movió un dedo. El 1975 tampoco le tembló
la mano ni la voz cuando un grupo de la oposición le pidió a la
embajada londinense que intercediera por los que serían los últimos
fusilados del franquismo, militantes de ETA y del FRAP. El diálogo
habla por si solo:


- Usted, como catedrático, estará en contra de la pena de muerte?
- A cierta gente, yo no la fusilaba. Se la tendría que colgar por los
cojones –respondió Fraga.


Máximo responsable de la matanza de Gasteiz


El 3 de marzo de 1976, ya nombrado ministro de gobernación al
ejecutivo protofranquista de Arias Navarro, comanda personalmente la
represión al movimiento obrero autónomo de Gasteiz, que provocó la
muerte de cinco trabajadores en el ataque policial a la iglesia de
Zaramaga, mientras se celebraba una asamblea abierta. Fraga, el
ministro más activo de Franco, fue quién ordenó abrir fuego real,
quién va a popularizar entonces aquello de “la calle es mía” y quien
manipuló chapuceramente el relato de los hechos. Fraga teorizó que "la
responsabilidad íntegra era de los que continúan sacando gente a la
calle", pero la visita propagandística al hospital para ver a los
heridos no va salirle bien. "Qué vienes, a rematarlos?" preguntó el
hijo de un herido. Otro familiar le cerró la puerta. "Fascista", le
llamaron, "hijo de puta".


Gritos que todavía resonaban en 2006, con motivo del 30 aniversario de
los asesinatos impunes de Gasteiz. Entonces Lluís Llach -que compuso
'Campanades a mort' en tributo- declaró: “todos sabemos que aquello
fue un acto de terrorismo de estado, ejecutado por responsables
ministeriales todavía vivos, todos lo sabemos perfectamente; (…) para
nosotros nunca habrá transición hasta que se pida perdón a las
víctimas de Gasteiz; los perseguirá nuestra memoria por siempre
jamás”.
Ni antes ni después ni durante Fraga retrocede. Sólo tres días después
de la matanza, en rueda de prensa, Fraga levanta el brazo y escupe.
"El que no haya aprendido la lección de Vitoria, él verá lo que hace
(...) el que quiera plantear la lucha, la tendrà. Con todas sus
consecuencias. ¡Dejémonos de pamplinas!" brama. Y se deja de pamplinas
sólo dos meses después: el 9 de mayo en Navarra. Reincidiendo en la
violencia estatal, llegan los muertos de Montejurra, el intento del
estado franquista –con Fraga urdiendo la trama ultraderechista en
conexión con los servicios secretos- para trabajar la cultura del
terror y desactivar los anhelos del cambio político y social que se
incubaban en el carlismo autogestionario. De aquella época es otra
cita bíblica de Fraga Iribarne: "el mejor terrorista, el terrorista
muerto". En 1983 Fraga ficha a Rodolfo Eduardo Almirón, ultra de la
siniestra Triple A argentina, como jefe de seguridad de Alianza
Popular. Nada extraño: en 1964 Fraga se dirigía por carta a Otto
Skorzeny, miembro de las Wafen-SS residente en Pollença (Mallorca) y
directamente vinculado en la red Odessa de fuga de antiguos dirigentes
nazis.
De Pinochet a Guatemala pasando por Banzer


Franquista resistente, fundador de AP y el PP y a la vez ‘padre de la
constitución’, el tiempo mediocre de la farsa de la transición y el
camuflaje de la reconversión no van arreglar nada. Franquista de pura
cepa, en 1986 propone una ‘marcha sobre Gasteiz’, al estilo
mussoliniano de la marcha sobre Roma, para forzar un golpe de estado.
En 1999 dice a los militares guatemaltecos responsables de 34 años de
genocidio: “Teniente Fraga a las órdenes de todos ustedes. En España
desde 1936 hasta la muerte del Generalísimo transcurrió una transición
social muy importante: la larga paz”. En el 2000 visita al exdictador
boliviano Hugo Banzer y a la salida declara: “Me honra mantener una
vieja amistad con el General, por quien tengo admiración”. Tres días
más tarde defendía a Pinochet públicamente.


Siempre opuesto abiertamente al esclarecimiento del caso GAL, el 2002,
en un documental sobre la guerra sucia en el País Vasco, calificó como
“movimiento de autodefensa” el terrorismo de estado con conexión
ultraderechista (Batallón Vasco Español, ANE, ATE) de la transición
política española y añadió, enigmáticamente, que "volvería a
producirse en los próximos tiempos”. Cuatro años después, en una
entrevista a ‘El Pais’ el 30 de abril de 2006 afirma no arrepentirse
para nada del fusilamiento de Julian Grimau. Fraga fue el encargado de
anunciar la ejecución, firmó personalmente la condena –Franco lo
requirió a todos los ministros- y tildó al dirigente comunista del PCE
cómo “ese caballerete”. De nuestra cultura y nuestro país ya había
dicho, el 1968, "Cataluña ... la ocupamos en 1939 y estamos dispuestos
a ocuparla tantas veces como sea necesario".


La Galicia caciquil


No cabe todo el olvido condensado en una pieza. Impulsor de la Galicia
más caciquil y regionalista, designador de Aznar como sucesor y
adulador de los golpistas del 23F ("personas llenas de buena
voluntad"), constructor de un sistema férreo de censura desde la Xunta
de Galicia, urdidor de la corrupción en el voto de los inmigrantes
gallegos dispersados por el mundo, minimizador del holocausto nazi,
feroz con el feminismo, comprador de doctorados honoris causa a
universidades de países pobres, numerosas biografías -alguna
inmediatamente retirada por las falsedades que incorporaba- han
intentado maquillar su pasado y presente, incluso el desastre del
Prestige que va arruinar la costa da morte gallega. Autopresentandose
como el tercer gran prohombre del conservadurismo español eterno:
Cánovas, Jovellanos y él. La historia concreta y despeja la crónica de
un personaje que fué el último gobernador fascista de Europa. Así lo
califica el periodista gallego Gustavo Luca de Tena, autor del lúcido
‘Retrato de un fascista', publicado el 2002 por Kalegorria.


Argentina investiga hoy


Tiempo a contratiempo, este mismo enero, la justicia argentina a
través de la magistrada María Servini reactiva las investigaciones
sobre los crímenes del franquismo. Solicitaba al ejecutivo español los
nombres de los ministros y jefes de las fuerzas represivas entre 1936
y 1977. El Estado no ha respondido todavía, pero apelando a los
principios de justicia universal la Comisión de Recuperación da
Memoria Histórica da Coruña entregó por voluntad propia los datos
referidos a Manuel Fraga. En la documentación facilitada, sintetizan
que "Manuel Fraga tendría que formar parte de la causa que la jueza
Merini tiene abierta en Argentina para investigar los crímenes del
franquismo, puesto que desde el Consejo de Ministros fue partícipe y
cómplice de toda la política represiva: fusilamientos,
encarcelamientos, campos de concentración, despidos, exilio, Tribunal
de Orden Público, graves violaciones de los derechos humanos,
expedientes a periodistas, cierre de medios y asesinato de
trabajadores ".


Todo está escrito en las paredes e inscrito en los dolores acumulados.
Cruel rigor de impunidad, cuando se hurga, la memoria siempre quema.
Quizás hoy, por eso, resuenan tanto, como nunca antes, los versos que
Mario Benedetti dedicó a Ronald Reagan cuando murió. Y que concurren
hoy, puntualmente a la cita de la justicia, no a la memoria de Fraga
Iribarne, sino a la memoria de todas sus víctimas. Negadas.
Silenciadas. Olvidadas. Tres veces asesinadas ya: por órdenes de
Fraga, por la transición de la amnesia y por el olvido de la presunta
democracia. En el año 2000 el Estado que reconocía a Fraga como
senador negó que los asesinatos de Gasteiz fueran víctimas del
terrorismo. De Estado.


'Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros' escribía Cernuda. Un país con
memoria, incluso un país normal, no recordaría hoy con loas,
cantarelles y elogios el nombre siniestro del verdugo, que es a la vez
presidente honorífico del PP, padre constitucional e incontinente
defensor de la 'legitimidad de las metralletas' que ganó la
transición. 'Fraga, pasión por la libertad' ha dicho Mariano Rajoy:
qué asco!. Un país con una mínima memoria vindicaria otros nombres.
Tantos. Para empezar, los de los cinco obreros asesinados impunemente
a Gasteiz, para empezar: Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar
Clemente, Romualdo Barroso Chaparro, José Castillo y Bienvenido
Pereda. Memoria alternativa contra el fraude de la historia oficial,
todos ellos han vuelto hoy para quedarse.


Para recordarnos, desde la dignidad de los vencidos, que mientras
Fraga muere en la cama, ellos viven, maldicen y perviven todavía. Hoy,
más que nunca. Y ahora mismo; contra el horror del olvido, la
desvergüenza de la hipocresía y la crueldad de la impunidad. Con
Walter Benjamin gritando contra el viento: "mientras ellos sigan
ganando, ni los muertos se salvarán". Y con los versos de Brossa
-Final!- del 20N de 1975 resonando por todas partes: "Tenías que haber
tenido otro fin/ te merecías, hipócrita, un muro a / otro vallado. Tu
dictadura, / tu puta vida de asesino, / qué incendio de sangre!
Podrido verdugo..."


- -- Queremos hacer comprender a nuestras compañeras que no somos tan
débiles e inútiles cual creen o nos quieren hacer creer los que
comercian con nuestros cuerpos. Queremos libertarnos, rompiendo,
deshaciendo y destrozando no sólo nuestras cadenas, sino también al
verdugo que las ciñó.  Ayer suplicábamos , rogábamos, mas hoy
tomaremos lo que falta nos haga, cuando y en donde podamos tomarlo.
Las noches de largo y hambriento insomnio las sustituiremos por las
hecatombes de sangre de canallas.  No tenemos Dios ni ley.


Revista La voz de la Mujer.
Número 4, Argentina, 27 de marzo de 1896





1 comentario:

  1. josé antonio zarzalejos altares, director general de seguridad adjunto, el 3 de marzo de 1976

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